miércoles, mayo 16, 2007

Otra del inefable Menotti

Laguna de Zapallar, en algún día de enero de 1980 y tanto, la manga vacaciona. Hay un piño más o menos, que se va acrecentando a medida que transcurren los días. Como sería la cosa que hasta Anita Acuña andaba en estas lides estivales.
Al parecer hacia poco había llegado pajarraco con un cargamento de Apricot y Dos Quinas, destilados de mala muerte que machacaban nuestras ya maltraídas neuronas.
Además había pito, pito pito colorito, y por ahí salvaba la calidad, cogollo del bueno.
Obviamente no faltaba su fogata y sus garrafas de alguna marca inenarrable (La mascota o El Cid, por ejemplo). No recuerdo como nos arreglábamos con la comida, pero se comía.
Ya era de noche, no se muy bien que hora, la algarabía era total, las carpas estaban en posición y cumpliendo perfectamente sus funciones, tanto que era complicado entrar a ellas.
Con Mena, si... el mismísimo, nos queríamos poner un cohete, obviamente ya estábamos volados, pero la cosa era ir por más. Para nuestra desgracia nos quedamos sin papel del tipo “illo” y había que ir a buscarlo a la carpa blanca. Haciendo acopio de valor e importunismo, me metí a la carpa. No se veía nada, y no logre ubicar los famosos papeles. Para más cagarla le pise las patas a una pareja que se encontraba en no se bien qué menesteres.
La cosa es que salí sin cumplir el cometido, bajo los improperios de los fogozos ocupantes, por lo que Mena propuso que hiciéramos el wiro con papel de diario, a lo cual yo me opuse terminantemente, alegando que debíamos tener un mínimo de decencia y dignidad, argumentos que Mena no pescó en lo absoluto. La cosa es que me encontré alegando y fumando pito en papel de diario con Mena.
Durante todo el dialogo que se dio con este sujeto, yo tenia la vaga sensación que algo liquido me caía constantemente en la cara, como si lloviera. Así que me limpiaba y seguíamos la aMena conversa. Como más de alguno recordará, Mena tenía la costumbre de acercarse mucho a uno cuando le hablaba y además era un tanto jugoso. Así que dentro de mí volá empecé a caer en cuenta que era éste, el que al hablarme, me tiraba toda su baba en mí cara. Así que no hallé nada mejor que juntar toda la saliva que pude, que no fue mucha producto de lo aplicado que estábamos (a lo puro Julio Iglesias) y lanzársela en pleno rostro al susodicho Agamenon.
Obviamente esto significo la ira de Amenofis y tuve que emprender rauda carrera si no quieria ver comprometida mi integridad física.
Dando vueltas por el improvisado campamento, a toda marcha, pasando por entre las carpas, alrededor de al fogata, yo y Menelao, fugaces.
Bastante surrealista era la escena, cuando para colmo siento que el tal Mena comienza a trasmitir mientras corre tratando de alcanzarme: ¡Pique a lo Rummenigge!, ¡pique a lo Abramczic! y hasta ahí no más pude seguir corriendo.

No hay comentarios.: