A raíz de la narración del maestro Satambo, me vino desde la memoria, a estas alturas ya algo profunda (pero nunca tanto) un cuento de nuestro querido y siempre bien recordado señor de los sombreros, Juanito (así lo conocían por la región de los valles transversales, cuando recorría esos parajes oficiando de buhonero).
Cuenta la leyenda que después de haber juntado un cargamento de ropa en desuso, para hacer trueque a cambio de la apreciada cannabis sativa (ya no recuerdo si en Los Andes o en La Calera), venía nuestro Santo Patrono feliz con un saco de la preciada hierba al hombro.
Rumbeaba entonces por la carretera con un saco de cogollo, para tomar el bus que lo traería de vuelta a la tierra que lo vio nacer, para solaz de los que lo esperaban con el pulmón hecho agua.
En estos afanes se encontraba Juanito, cuando de un de repente ve aparecer a la distancia una cuca... rauda ésta se acercaba poniendo un tinte luctuoso a la épica empresa.
Bueno, aquí es cuando algunos mortales se convierten en leyenda y ni el mismísimo dios Loki podría haberlo hecho mejor.
Nuestro héroe, al ver acercarse a la yuta, dejo su preciada carga en el suelo y cuando ya se le venía encima todo el peso de la ley, muy ufano procedió a hacerles dedo a los tombos...
Pasa la juanita de largo, pero reduce considerablemente la velocidad, a punto de parar...
Finalmente la cuca se detiene...
Pero nuestro inspirado adalid no estaba para chicas...
Pesca el saco, se lo echa al hombro y con paso viril, emprende veloz carrera al encuentro con su destino...
Cuando se encontraba unos escasos metros del infame carricoche... éste quema neumáticos y sale rajado hacia el infinito y más allá, quedando nuestro campeón con lo que se llama el corazón en la mano y una sonrisa iluminándole el rostro.
¡¡¡Todas las loas sean para nuestro Juanito el Impecable!!!, que el Señor lo tenga a su diestra (y se cuide de él).
Cuenta la leyenda que después de haber juntado un cargamento de ropa en desuso, para hacer trueque a cambio de la apreciada cannabis sativa (ya no recuerdo si en Los Andes o en La Calera), venía nuestro Santo Patrono feliz con un saco de la preciada hierba al hombro.
Rumbeaba entonces por la carretera con un saco de cogollo, para tomar el bus que lo traería de vuelta a la tierra que lo vio nacer, para solaz de los que lo esperaban con el pulmón hecho agua.
En estos afanes se encontraba Juanito, cuando de un de repente ve aparecer a la distancia una cuca... rauda ésta se acercaba poniendo un tinte luctuoso a la épica empresa.
Bueno, aquí es cuando algunos mortales se convierten en leyenda y ni el mismísimo dios Loki podría haberlo hecho mejor.
Nuestro héroe, al ver acercarse a la yuta, dejo su preciada carga en el suelo y cuando ya se le venía encima todo el peso de la ley, muy ufano procedió a hacerles dedo a los tombos...
Pasa la juanita de largo, pero reduce considerablemente la velocidad, a punto de parar...
Finalmente la cuca se detiene...
Pero nuestro inspirado adalid no estaba para chicas...
Pesca el saco, se lo echa al hombro y con paso viril, emprende veloz carrera al encuentro con su destino...
Cuando se encontraba unos escasos metros del infame carricoche... éste quema neumáticos y sale rajado hacia el infinito y más allá, quedando nuestro campeón con lo que se llama el corazón en la mano y una sonrisa iluminándole el rostro.
¡¡¡Todas las loas sean para nuestro Juanito el Impecable!!!, que el Señor lo tenga a su diestra (y se cuide de él).
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